Allí estaba con sus siete criaturas,
el más pequeño duerme en sus brazos,
el mayor... no más de metro y medio,
vigilante y atento,
ella...no llegaba a treinta inviernos.
Pupilas auradas de tristeza,
ávidas manos por sobrevivir...
y por cuatro chocolates en una bolsa negra,
implacable y tajante el juicio a media tarde.
6 comentarios:
que amargo.
Tajante e implacable el juicio a media tarde. Terrible, Francisco; de algún modo me pregunta por el modo de situarme ante ese juicio sin perderlo, por el modo de no sentir culpa...para encontrar también la posición y el modo de una acción que no se reduzca a la caridad.
Gracias por haber encontrado el sitio de mi blog y haberme abierto así la posibilidad para mí de encontrar el tuyo, y a partir del tuyo, otros.
Bella expresión y terrible relato. Mientras tanto alguien anda gastando 94 millones de euros en un contrato futbolero, y esto no es el chocolate del loro.
La caridad sostiene la injusticia, aunque esta se implore desde la expresión más bella de la literatura, sentados, a la espera de la dádiva.
Un saludo afectuoso
hola...
muy impresionante como plasmas esos sentimientos en las lineas...
me encanta la cancion de sivio rodriguez "ojala"
saludos
Me gusta la voz que pones a esta treintañera.
Un juicio, a media tarde, puede ser una losa. ¿Quién puede ponerla, quién se atreve?.
Te sigo.
Un beso.
Soledad.
Puede que todos en un momento dado seamos capaces de ser jueces a media tarde.¿No os parece?.Yo el primero.
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